
Ian Curtis el cantante del grupo Joy Division (se suicido a los 23 años, en 1980) es el personaje principal de esta biopic realizada por Anton Corbijn un director que se ha ganado el respeto gracias a vídeos clpis para bandas como Metallica, U2, Dedepeche Mode, Red Hot Chilli Pepers, etc.
La película no presenta ninguna novedad en cuanto a la historia desarrollada, es decir, jovenes que vienen de muy abajo, padecen angustias existenciales, son únicos e inentendibles, se enamoran, tienen hijos, tienen fama, se enamoran de otra, se autodestruyen con alcohol, drogas, lo que venga, y siguen teniendo fama.
Pero a pesar de que es la misma historia de siempre el trabajo estetico es formidable, la composición de cuadros sobre todo es el punto mas alto, con una fotografía en blanco y negro ideal para acompañar las perturbadoras metáforas de las letras de Joy Division. Realmente desde lo audiovisual es una pieza única, una clase de como debe hacerse una película.
La actuación de Sam Riley como Ian Curtis es excelente y cautivadora pero los personajes secundarios en el guión solamente acompañan sin tener objetivos propios o profundidad.
En definitiva, a los que quieran una buena historia no se las recomiendo, pero a los que disfruten de las formas les aconsejo que no se la pierdan.
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